Hoy es mi cumpleaños. Son 53 vueltas al sol. “No los aparentas” lo primero que escucho. Puede ser. Depende de lo que mi interlocutora quiere ver en mí.
 
Puede ver cómo oculto los signos de la edad tiñéndome las canas o puede ver los signos de juventud que aún son visibles.
 
Da igual lo que yo vea en el espejo. Lo que ven los demás no lo sé ni lo puedo conocer, y menos aún controlar o provocar.
 
¿En qué momento de nuestra historia como sociedad surge la importancia de no aparentar lo que eres?
 
¿Y que eso sea un piropo?
 
Un ejemplo de superficialidad en el que caemos todos. Yo también cuando calibro la edad que me dice alguien con lo que veo en su piel. Solo que es un acto profesional y procuro que se quede ahí y no invada mi visión de las personas.
 

Porque el tiempo pasa y si tenemos la suerte de estar vivas transforma nuestros rostros y nuestros cuerpos; aviva nuestras mentes y alimenta nuestro corazón.
 
Pero no queremos verlo. Es un signo de esta sociedad. Mirar para otro lado. Mirar sin ver. Ni lo de fuera ni, menos aún, lo de dentro.
 
Mirar para ver puede llevar a cambios porque la conciencia obligatoriamente evoluciona, vive con el paso de los tiempos y éstos traen la paradoja del cambio que es permanente.
 
Cada día soy más vieja, más cerca del fin. En su momento llegará el cierre de mi ciclo vital, mientras tanto cada día para mí es totalmente significativo.
 
Pero solo soy una vida más en el planeta, que sigue su curso en la inmensidad, perteneciendo a un tiempo de vida que apenas cambia durante eones.
 
Con esta perspectiva, ¿qué significa aparentar ser joven cuando no lo soy? ¿No sería sabiduría aceptar la paradoja y mirar con consciencia lo que haya que ver?

Quizás sin espejos podríamos lograrlo.
 

El culto a la imagen no empezó con el cine y la fotografía. Comenzó cuando los espejos empezaron a producirse muy baratos. Desde entonces hay uno en cada lugar de la casa, y nuestra imagen nos persigue en el ascensor, el portal, el coche y las tiendas. Podemos vernos reflejadas constantemente.
 
Adonis se ahogó mirando su reflejo en el lago.
 
Se llama narcisismo. Somos una sociedad narcisista. Y la culpa es de los espejos. Y podemos ahogarnos en su reflejo.
 
Pero por suerte no los necesitas para cuidar tu piel con buenas cosas. No te voy a hablar de cremas que te quitan años, pero sí que cuidan tu piel para que se mantenga sana todos los años que vivas.
 
Con placer te las puedes poner sin mirarte en el espejo; incluso con los ojos cerrados. Pasando de verte a sentirte. Sentirte bien contigo misma, aceptando la paradoja de que el tiempo pasa cambiando las cosas mientras todo sigue igual.

Celebrando la vuelta al sol 

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Gracias por leerme.

Besos y flores.
 
Sheila.