¿Por qué decimos más cosas feas que guapas?
mujer con la mano en el corazón

¿Cuántas palabras no dichas en ese instante preciso, que estaban en tu boca prestas a salir disparadas desde tu corazón, se han callado para siempre?

Porque lo no dicho en ese momento ya es difícil decirlo en otro.

¿Cuántas palabras de amor te has callado? ¿Cuántos buenos días dichos con la sonrisa en los labios y cuántas buenas noches con el amor en los ojos?

Porque cada palabra amorosa que nos decimos, que decimos a los demás, es la creación de una vida ‘merecible’ de vivir.

Porque decimos mucho más fácilmente cualquier otra palabra vacía, ofensiva, o cargada de impaciencia, amargura o ausencia, que un “qué bien tenerte”,  un “qué gusto estar contigo” o un “me encanta hacer esto a tu lado”…

¿Por qué decimos más cosas feas que guapas?

Es un aprendizaje evidente, no sólo con nuestra familia sino con toda la sociedad. Solo hay que escuchar los diálogos de las pelis, por ejemplo.

Y a eso, creo que hay que añadir otro aprendizaje: nos enseñan a vivir lo que acaba de pasar o lo que está por llegar; no vivimos el instante, no nos enseñan el presente.

Quizás a ti no te pase, pero si eres como el común de los mortales, tendrás, como yo, la costumbre de pensar pensamientos que están dispersos, perdidos en el pasado de ayer o en el futuro de después.

Sin poder conectar con la alegría de vivir, ni con la Vida, ya puestos, pues Ella solo existe en el Ahora.

Y mientras, estamos sin estar, decimos cosas sin decir.

Palabras que, para más inri, no se las lleva el viento, sino que dichas día tras día horadan la trama que se teje entre las personas con quienes hablamos, haciendo agujeros de vacío o nudos de dolor.

 

Cómo mejorar el equilibrio entre corazón y mente

 

Curiosamente tenemos situadas nuestras cuerdas vocales a medio camino entre nuestro corazón y nuestro cerebro.

La voz, el verbo, parece el término medio, el equilibrio entre lo que sentimos y lo que pensamos.

Pero cuando no tenemos estas dos fuentes conectadas, lo que decimos puede no tener sentido. No solamente desde la visión mental, académica o lingüística, sino desde la visión profunda de nuestra esencia.

Y decimos cosas que no queríamos decir, y callamos cosas que queríamos haber dicho.

Por eso decir con sentido es una decisión que puede ser necesario aprender, regar y cultivar día a día, para no tener que callar para siempre lo que deberíamos haber expresado.

Y la primera persona a quién tenemos que decir las cosas bien es a nosotras mismas.

¿Qué cosas te dices a ti misma? ¿Cómo te lo dices?

 

mujer mirándose a un espejo

 

Aunque no lo hagas en voz alta todos hablamos con nosotros mismos, y lo hacemos inconscientemente, pero muchas veces también soltamos a viva voz lindezas del tipo: “menuda jeta” (al verte en el espejo), “no voy a poder” (cuando te propones algo nuevo), “no valgo” (cuando alguien te invita a dibujar, cantar, cocinar…), etc, etc, etc.

Corregir estas lindezas requiere un poco de trabajo pero tienes un libro fenomenal por si te apetece cambiar muchas de las cosas que te dices a ti misma:

“Autoestima. Evaluación y mejora”

Te dejo este enlace por si lo quieres localizar, (es el primero que encontré, si buscas encuentras otros, seguro):

Este libro se dirige a quién desee realizar un trabajo personal sobre muchos de los aspectos que minan nuestra autoestima, pero uno de los más interesantes es descubrirnos cuántos discursos destructivos nos decimos a nosotras mismas y, por supuesto, también a los demás.

Con la ayuda del libro y los ejercicios que propone para hacer en tu casa y a tu ritmo, yo descubrí cómo dejar de decirme tantas cosas horrendas que había aprendido de niña y que minaban mi amor propio y por tanto mi salud y mi bienestar.

Este tipo de trabajo puede requerir ayuda profesional pero si te animas a trabajar previamente con el libro vas a avanzar muchísimo y en caso de que te queden cositas que por ti misma no desanudes pues ya pides ayuda.

Al final del libro, que está basado en la psicología académica, me encontré con una sorpresa. La mejora del equilibrio entre corazón y mente finalizaba en aprender a meditar.

Y te da pautas para que lo hagas en casa. Me pareció genial.

Porque yo venía de la meditación y me encantó comprobar cómo desde una visión tan convencional de la autoestima llegaron a la conclusión de que sin serenar el aflujo de pensamientos no logramos avanzar del todo.

‘Todos los caminos llevan a Roma’ por lo que no es de extrañar que para poder decirnos palabras amorosas, creadoras y armoniosas a nosotras mismas y a los demás la meditación sea una herramienta directa y eficaz, probada y comprobada desde hace miles de años.

 

La práctica de pequeñas meditaciones activas

 

Así que el primer paso es conectar corazón y cerebro, mente y cuerpo, sentimiento y pensamiento.

 

Y meditar es lo que te va a ayudar a centrar tu mente, depurar los pensamientos que te abruman y poco a poco alinearlos con los sentimientos auténticos de tu corazón.

 

A partir de ahí nuestras palabras no se callarán para siempre.

Las diremos con la coherencia nacida de la armonía entre lo que pensamos, lo que sentimos, lo que decimos y lo que hacemos: el equilibrio entre corazón y mente.

 

mujer con la mano en el corazón

 

Y es fácil empezar a meditar. No necesitas estar horas sentada. Esa también es una creencia limitante.

Si te dices a ti misma: “quiero hablar con sentido” quiero compartir contigo que incluso los grandes oradores entrenan.

Este es un pequeño detalle que acabo de descubrir escuchando tutoriales para aprender a mejorar mi dicción y expresión para preparar lo mejor posible las clases y talleres de Meditación Integral.

No me imaginaba que esos fantásticos oradores que ves en cualquier evento online se han preparado a conciencia.

Yo pensaba que tenían don de la palabra, y si, lo tenían. Pero algo más.

Ese don tan natural que yo veía en realidad estaba trabajado, preparado, pulido y mejorado para dejar a la audiencia encandilada, creyendo que esa charla sale así como así. 

Pues no. Sale así si la preparas.

Y aunque no sea lo que vayas a hacer quizás si quieres encontrar las palabras justas que deseas decir ante esa audiencia a quién tú quieres decir lo que quieres decir (léase tú misma la primera).

Con esto solo reflexiono contigo la importancia de ensayar. De la práctica diaria.

Si quieres cambiar lo que te dices y cómo lo dices no sirve solo leer el libro, hacer algún ejercicio y ya.

No sirve meditar una vez al mes. No sirve quejarte que no te sale un “te quiero” cuando te miras al espejo.

Hay que ensayar, practicar, repetir, para compensar los miles de millones de palabras hoscas, vacías, hirientes y alienantes que (te) has dicho desde que empezaste a hablar.

Y no, no es una empresa imposible. Los resultados los ves al poco tiempo. Y compensan todo el esfuerzo. Palabra (bien dicha).

Para ello te invito a que pruebes algo:

  • Al levantarte y al acostarte, tumbada en la cama, dedica 5mn a respirar sintiendo cómo lo haces.

 

mujer en postura shavasana

 

  • Cuando un pensamiento aparezca, simplemente obsérvalo sin seguir el discurso habitual, solo tienes que volver a observar la respiración. Así, una y otra vez.

 

  • Respiras, observas las sensaciones de respirar aquí y ahora y cuando observes un pensamiento del tipo que sea lo dejas partir y vuelves a las sensaciones respiratorias.

 

  • Para que no se te vaya el tiempo puedes poner una alarma por 5 mn., así te centras tranquilamente tus 5 mn. de micro-meditación.

 

Para que puedas practicar a diario, ensayar sin excusas. Y ver los resultados al conseguir equilibrio entre corazón y mente.

Ya me contarás los que notas: me encantará leerte si lo pones en práctica.

Gracias por leerme, buen verano al sol.

 

Namasté.

Sheila Minguito.

 

 

 

Estas son otras entradas que quizás te interesen:

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Qué te traes entre manos?

Pasa de la teoría a la experiencia apuntándote a mi lista
y cultivando tu salud integral con medios naturales y realistas.

www.aguadeflores.com te informa que los datos de carácter personal que nos proporciones rellenando el presente formulario serán tratados por SHEILA MINGUITO GARCÍA, como responsable de esta web.

La finalidad de la recogida y el tratamiento de los datos personales que te solicitamos es para gestionar el alta a esta suscripción.

Legitimación: al marcar la casilla de aceptación, estas dando tú legítimo consentimiento para que tus datos sean tratados conforme a las finalidades descritas con anterioridad.

Como usuario e interesado te informamos que los datos que nos facilitas se encuentran ubicados en los servidores de  ActiveCampaign (nuestro proveedor de email marketing) fuera de la UE, en EEUU y con un acuerdo de procesamiento de datos según cláusulas tipo de la Comisión Europea.

El hecho de que no introduzcas los datos de carácter personal que aparecen como obligatorios  en el formulario, podrá tener como consecuencia que no pueda atender tu solicitud.

Podrás ejercer tus derechos de acceso, rectificación, supresión y limitación al tratamiento en eco@aguadeflores.com , así como el Derecho a presentar una reclamación ante la autoridad de control.

Puedes consultar la información adicional y  detallada   sobre Protección de Datos en nuestra página web, en la sección denominada Política de Privacidad