¿A ti te ayuda a llevar mejor los sofocos en tu menopausia que te explique qué hormonas aparecen y cuales desaparecen?
Quizás sí, si tienes una mente analítica o mismamente eres del gremio de la salud, 😉 pero a la mayoría de nosotras no nos ayuda mucho.
No, porque las explicaciones técnicas solo entretienen a la mente racional mientras que lo que nos pasa no tiene mucho de razonable…
Pero si vemos las cosas que nos pasan desde el punto de vista arquetípico y simbólico así como desde el punto de vista energético, de repente podemos entenderlo y todo puede empezar a cobrar sentido.
El calor femenino
El calor femenino siempre ha sido un elemento desasosegante, como mínimo: al menos en nuestra sociedad una mujer caliente no está bien vista salvo solo quizá para algunas parejas sexuales.
Una mujer ardorosa no es muy bienvenida ya sea por sus palabras apasionadas o por sus acciones creativas, pero sobre todo si ese ardor o ese calor se proyecta en forma de furia entonces sí que estamos ante una bruja a la que nadie quiere.
A la gran mayoría de nosotras nos han cercenado la pasión, la intensidad, y también la rabia, la furia, la ira, la cólera, todas las variantes de una emoción caliente que podemos llamar en conjunto ira.
Nos han dicho y exigido que para ser aceptadas seamos buenas niñas, buenas mujeres, buenas trabajadoras, buenas esposas y no digamos nada caliente, no expresemos nada ardiente… incluso en la cama puede ser peligroso según quién sea tu pareja sexual.
Y esto ha podido moldear tu personalidad hasta el punto de no reconocer en ti el calor.
Además, está la naturaleza fría de nuestro cuerpo, (llamada Yin en Medicina Tradicional China), que es fácilmente reconocida por la gran mayoría de nosotras.
Incluso aunque seamos mujeres con cierto calor corporal nuestra piel suele estar fría, o tenemos las manos frías o los pies fríos… ¿Cuántas madres has visto abrigar a sus hijos porque ellas tienen frío?
Solo hay un lugar de nuestro cuerpo donde nunca existe el frío.
¿Te haces una idea de cuál es?
Sí, exacto. Nuestro núcleo interno, nuestra vulva, vagina y útero solo viven con calor.
Para que la naturaleza pueda crear una nueva vida une los opuestos: el sexo femenino caliente en el interior con el sexo masculino frío en el exterior (sus genitales realmente cuelgan porque necesitan una menor temperatura que la que hay dentro del cuerpo).
Energéticamente la unión de los opuestos crea la vida y esa danza también ocurre en cada ser humano de ambos géneros, ya que es la interrelación de lo caliente y lo frío, del Yin y del Yang, lo que permite el movimiento de la energía vital, del Chi, y por tanto la Vida en cada instante.
Y ese baile ocurre desde lo más pequeño hasta lo más grande.
Y sí, también a lo largo de los ciclos vitales femeninos.
Es muy fácil seguir el ritmo femenino yin-yang con las subidas y las bajadas de la temperatura*:
cuando hay ciclos menstruales la época caliente está vinculada a la ovulación y en cuanto llega la menstruación aparece el frío y muchas mujeres pasan verdaderamente esos días tomando cosas calentitas para compensar el frío que sienten.
Pero en la menopausia el frío empieza a decaer:
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- La naturaleza de nuestro cuerpo deja de ser tan fría y conectamos con nuestro interior cálido, con una energía que también está nosotras, la energía Yang, pero que durante los años de las menstruaciones estaba guardada esperando su momento para renacer.
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- En la psique ocurren grandes cambios y al dejar de ser fértiles en el sentido procreador conectamos con nuestra fertilidad en el sentido creador, y para ello necesitamos calor pues las semillas no nacen en el frío (aunque muchas han pasado por una etapa de frío antes de nacer, de ahí que el invierno preceda a la primavera, ;)).
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El calor que aflora en esta etapa calentará nuestras semillas creadoras después de una etapa fría para nosotras mismas pues estábamos dedicadas al cuidado de los demás, (seguro que con calor emocional, seguro que con calor sexual, pero siempre hacia los demás).
Pero ahora…
… Este calor nos ayuda a conectar con nuestra propia energía, dedicada y dirigida ahora a nosotras mismas.
… Este calor nos ayuda a conectar con esa rabia, con esa ira cercenada durante tantos años que podemos usar ahora para poner límites, para defendernos de lo que nos constriñe vitalmente.
… Este calor nos ayuda a conectar con la risa, con la alegría de vivir y la sabiduría interior, largamente pospuesta en aras de la crianza, la carrera o los demás…
… Este calor nos ayuda a crear la vida tal como nosotras la deseamos para nosotras mismas, para nuestro cuerpo, para nuestra mente y nuestro corazón; este impulso nos ayudará a soltar aquello que tenga que ser soltado porque ya no tiene sentido seguir agarrándolo.
Por esa razón en nuestra cultura las mujeres menopáusicas no son bienvenidas: suelen decir lo que piensan y hacer lo que consideran, y acaloradamente, además.
Muchas mujeres se sorprenden a sí mismas durante esta migración hacia la libertad personal. La menopausia es una sorpresa.
A veces se necesita una ayuda externa para transitar semejante cambio, según tu personalidad y carácter antes de la menopausia, pero siempre es un descubrimiento muy valioso, y aunque dure unos años realizarlo, merece muchísimo la pena.
Aceptando el calor de los sofocos
Ahora bien, el calor físico que sentimos durante los sofocos lo vivimos muy mal.
No es de extrañar puesto que durante tantísimos años el calor venía de fuera: de nuestra pareja, de los niños, de la taza de té, de la bolsa de agua, del baño caliente, del sol…y ahora no es fácil aceptar el calor cuando viene de dentro.
Sorpresivo e inadecuado, un sofoco caliente siempre es molesto; a veces extremadamente molesto hasta el punto de hacerte la vida imposible. No te lo imaginas hasta que lo vives.
Incapaces de manejar esa energía en nosotras mismas, no la aceptamos y nos enrocamos en “no quiero sentir esto”.
En este momento vivimos lo que nos está pasando con angustia, rabia, sensación de descontrol, de indefensión, y todas esas emociones alteran aún más el sistema nervioso autónomo qué es el que regula en el fondo nuestro sistema hormonal.
La medicina sabe que aproximadamente el 80% de los sofocos están producidos por alteración del sistema nervioso autónomo.
Es decir, es nuestro estado de ánimo, nuestro estado nervioso el que lanza el sofoco; es por el estrés y no por las hormonas.
Así, cada vez que te da rabia tener un sofoco porque te pones roja como un tomate, porque sudas y te empapas, porque te despiertas cada 5 minutos en la noche para destaparte y después tienes frío y te tienes que volver a tapar para volver a destaparte a los 3 minutos… esa emoción mantiene el círculo negativo que vuelve a provocar más sofocos…
Si todo ese conflicto con los sofocos te altera emocionalmente (y vaya si te altera), además de tomar remedios naturales que ayuden con tus hormonas necesitas tomar algo más.
Necesitas tomar el calor en tu interior, aceptarlo, incluirlo, acogerlo, explorarlo, bendecirlo.
El proceso de aceptación de esta energía caliente, de tu energía Yang, llevará todo el tiempo que tú necesites dependiendo claro está de ti misma, de tu cuerpo, de lo que ya te conozcas a ti misma y de lo que realmente tengas que aprender en esta etapa.
Y para poder aceptarla no hay nada mejor que practicar la
Meditación Integral para los sofocos
Estas prácticas meditativas incluyen todas las sensaciones corporales y te van a entrenar a aceptar todo lo que sientas, cuándo lo sientas y cómo lo sientas sin rechazarlo ni mental ni emocionalmente.
La ecuanimidad que aflora poco a poco con una práctica meditativa regular te va a permitir vivir mejor ese calor y desde luego aprovecharlo en tu favor.
Aunque no hay ninguna meditación específica para aceptar un sofoco, puedes beneficiarte de los resultados psico-emocionales de cualquier tipo de meditación que te guste, aunque yo recomiendo concretamente aprender el silencio mental y la atención plena.
En unas pocas semanas la cosa empezará a cambiar y, créeme, es una inversión fabulosa para tu salud.
Los beneficios saludables de estas prácticas meditativas están ampliamente demostrados pero recuerda siempre que el 80% de los sofocos que sientes pueden desaparecer en cuanto mejore tu estado psico-anímico y el estrés deje de ser la causa.
“Lo que resistes, persiste; lo que aceptas te transforma”.
Carl Jung.
Por esta razón la meditación cambiará tu menopausia.
Deseo que esta reflexión te haya aportado una nueva idea para vivir mejor tu cuerpo femenino.
En el post del domingo que viene te contaré además unos cuántos recursos para mitigar el calor excesivo mientras vas aceptándolo y creando una nueva tú.
También puedes leer, si no lo has hecho ya, este post sobre el enfoque integral de la menopausia.
Mientras tanto cuéntame si estas ideas son nuevas para ti o ya las tenías en cuenta. Me encantará leerte.
Cuídate.
Namasté.
Sheila Minguito.
*Me refiero a la sensación térmica y no a la temperatura basal, que es justamente al revés: desde la ovulación sube hasta la menstruación donde vuelve a bajar.
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