Seguro que has escuchado mil veces esa frase de “Si uno no sabe dónde quiere ir, nunca llegará”.
Ay! nooo, que es “No hay viento favorable para quien no sabe adónde va”, y la dijo Séneca.
¡Mucho más poética que la primera, no hay color!
Pues no sé si a Séneca también le entraba la fiebre planificadora pero, la verdad, es casi una epidemia…
Casi nadie se libra de listar día y noche objetivos y propósitos de año nuevo.
Que coleccionamos tras un completo análisis de todo lo que “debemos mejorar”…
Todos son para enmendarnos a nosotros mismos.
Y como nos salga la vertiente “Padre Estricto” acabamos pidiéndonos perdón a nosotras mismas por la chapuza de vida que llevamos.
Que si hay que comer mejor.
Por supuesto dormir más horas y que no falte lo del ejercicio, y si ya estás haciendo suficiente siempre puedes hacer más…
Casi todos los propósitos que rezuma la sociedad tienen que ver con lo que se dicta como correcto.
Por ejemplo, emprender una novedad nueva es una de las cumbres anuales: “este año voy a…” = lo que te falte para estar más preparada en lo que creas que estás verde.
Y aunque eso podría ser una verdadera línea de camino, no se suele hacer nada creativamente.
Por eso pocas personas refieren que quieren estar más preparadas en pintura con los dedos.
Tampoco hay nadie que diga que quiere mirar mucho más al sol cada día, oler muchas más rosas o subirse cada día a un columpio.
Casi todo lo nuevo que vamos a hacer está dirigido por lo que interesa a los que nos dicen lo que tenemos que hacer y casi nada por nuestro corazón.
Pero… con la cabeza es muy difícil saber a dónde quieres ir.
Por eso las listas de propósitos son fútiles pétalos al viento.
Y, encima, ¡generan tanto sufrimiento!
Hasta…
Hasta que alguien dijo algo sensato.
Algo que está alineado con el corazón.
Ese que no te castiga por haber sido mala y dejado que tus propósitos se los llevara el viento del norte.
Porque sí que es verdad que tener un objetivo nos ayuda.
Sí que, si quieres, proponerte algo para el año que viene te da un rumbo y un propósito que en determinados momentos de nuestra vida nos facilita el caminar.
Pero tiene que ser lo que para ti sea y no el enésimo chollo que parece que hay que hacer.
Entonces, hay una manera de escucharte y que la luz de tu corazón te guíe.
LA MEJOR MANERA DE HACER PLANES
La cosa es muy fácil en el fondo:
- Haces tu lista de propósitos.
Sea más larga o corta.
Y pones todo lo que se te ocurra, aunque sea una chufa* tan grande como columpiarte cada día.
Entonces, con tu lista bien completita te sientas en el zafu** y si no tienes en un cojín bien gordo.
Bien cerca del suelo porque así nos entrenamos a movernos con gracia y soltura de manera natural sin grandes dramas.
No hace falta ponerte en posturas raras, pero sí sentarte bien abajo y usar una mesa de centro para hacer lo siguiente:
- Lees lo que has escrito, una propuesta por vez en voz alta.
Y observas cómo te hace sentir.
Qué pasa en tu cuerpo y en particular en tu respiración.
Lo que has dicho: ¿te abre el pecho?, ¿te da alegría?, ¿te sienta fenomenal?, ¿te da calma?, ¿te pone las pilas?
¿Respiras con amplitud y sosiego cuando te pones en fase con lo que piensas que quieres?
O por el contrario lo que dices ¿te cierra el pecho, te anuda el plexo solar, te contrae la mandíbula o el cuello o te pone nerviosa?
Pues ya tienes tu respuesta.
¿Fácil, verdad?
Si lo haces, cuéntame qué tal te fue.
Antes de despedirme, quiero darte las gracias por estar aquí, leyéndome cada poco y apoyándome en todas las propuestas que hago.
Ya te adelanto que para 2025 cultivaré alguna nueva que espero te siga ayudando a florecer toda tú.
Y si en tu lista de propósitos está el de cultivar tu salud porque ya es momento este mes de enero aún tengo la agenda abierta para mis sesiones de naturopatía.
Te deseo que tengas un precioso fin de año y que el 2025 sea un año pleno de experiencias de salud, alegría y luz.
Besos y flores de Lavanda.
Sheila.
* Chufa porque no hay columpios para adultos, no porque no te puedas columpiar a gusto. De hecho tendríamos mucho mejor nuestro “core” sin tanta mandanga.
Siempre los eché de menos en las ciudades…
**Cojín especial de meditación, super cómodo para sentarse lo más abajo posible y mejorar tu postura y movimiento. Ya, después, si lo usas para meditar mejor que mejor.
0 comentarios